miércoles, 7 de octubre de 2009

Patriotismo milenario


Un mapa (asiático)oriental del Antiguo Egipto

Ayer en el tren un hombre gritaba muy enojado. ¿Que qué tiene esto de raro? Nada, ciertamente. Lo interesante era, para variar, el contenido de lo que decía. Para variar, también, estaba codificado en un idioma que más o menos conozco. Para variar también, fui capaz de decodificar fonética(o fonológica-)mente el mensaje:

La versión españolmexicano sería más o menos la siguiente:

¿Dónde carajos en la Biblia se menciona, puta madre (puto padre), a Africa? ¿Quién me puede decir, a ver? ¡Egipto, señores, E-g-y-p-t, Egipto... ! ¡Por Jahvé (porque la palbra "Dios" designa a al dios católico en españolmexicano) que yo no soy ningún african-american! Yo soy Egipcio-americano aunque les cague. Y a mí no me van a mandar a ninguna guerra (sic).

La comunidad afroamericana, que era mayoría en el tren, se sulfuró bastante. Empezaron a emitir profundas notas guturales que llenaron el carro de resonancias parecidas a las de esos órganos fósiles empotrados en las catedrales. Los caucásicos se pusieron más caucásicos y le pidieron a God (Dios teutón con apariencia de vikingo pero enfundado en una bata estilo Hugh Hefner) llegar pronto a la próxima estación. Yo me topé con la mirada de un muchacho de unos 19 o 20 años, con algo de latino en las facciones y algo de (medio)oriental en los ojos. Y ambos sonreímos.

domingo, 23 de agosto de 2009

The Blessing

Se me ocurrió ponerme a pensar. Se me ocurrió que Dios recibía mucho spam. Y me fui a Google imágenes (qué quieren asi funciona mi mente) e hice las siguientes búsquedas: "God spam" (me equivoqué), "God´s spam" y "Spam for God". Sensei Google apenas arrojó unos 10 resultados con imágenes del todo irrelevantes, incluso no sólo para los propósitos de mi búsqueda.

Pero entonces, me di cuenta de que había olvidado los términos de busqueda homónimos a pero definitivamente más populares:

GOD BLESS AMERICA

Pude ver Resultados 1-18 aproximadamente de 981,000 (0.19 segundos).

Que me encontrara entre ellos esta interesante imagen tiene su encanto paradójico:

miércoles, 22 de julio de 2009

Vivir en la calle


Hay mucha gente que vive en la calle. Mucha. Muchos lo hacen así por elección, es un estilo de vida. Otros seguramente son una cara más de las grandes invasiones de migrantes que desde todas partes del mundo se están moviendo hacia el centro para iniciar un nuevo orden de cosas. Otros lo hacen porque se perdieron en algún viaje, otros nada más porque no hay lana o se volvieron locos. De todas formas, la mayoría de ellos lo hace porque están demasiado cuerdos como para vivir en una casita y ser felices.

En Nueva York los desposeídos se organizan, se conocen, no tienen página de internet, hacen colectas, organizan eventos... Para seguir viviendo con dignindad en la calle.

Hay muchas organizaciones también, creadas con el único propósito de sacarlos de las calles. Los motivos de las personas que las conforman son muy diversos: algunos reciben un salario por hacerlo, otros lo hacen voluntariamente, en sus escasos o frecuentes ratos libres, poniendo la vista en un mejor futuro, en el cual saldremos a la calle como todos los días y no veremos a un solo homeless en la calle, acostado en una banca o en el portal de una iglesia, o empujando un carrito de marvillosa basura maloliente, o escupiendo sus abluciones de enjuague bucal entre los rieles del metro... pero siempre, siempre, siempre, dándonos la espalda.

La Maravillosa foto es de Salvador Olguín.

jueves, 12 de marzo de 2009

Un cuento perdido... encontrado

Contaré la historia de una mujer que vive en el olvido. Es joven y muy fea, está enferma y lo que piensa y siente, aún siendo tan poco, se queda atrapado en una maraña de gestos grotescos. Es pobre miserable y sus uñas de los pies están llenas de tierra; pero tiene una silla, pañales y su madre aún lo da de comer en la boca. Las gallinas en el solar de sus padres son gordas y su plumaje esponjoso adentro, hermético y brillante por fuera.

Gallinita: deja que te atrape mi hijo en su viaje inocente por el campo. Escamas tersas de ave, sirena de la tierra en los patios barridos, fulgor de escarabajo naranja que hoy y mañana escapará a la olla y al hambre de cinco chiquillos mugrientos gracias al tesoro de sus óvulos nutritivos.

jueves, 19 de febrero de 2009

La red secreta de los langostinos sufrientes

O cómo aprendí a reírme del calentamiento global y las catástrofes químico-bacteriológicas
I

Los días de verano interminables. De pronto, uno de ellos -y luego otro y otro, salir con papá al campo. Manejar sin rumbo fijo por los caminos secos, buscar un huizache aunque sea, para comer cerca de su sombra miserable. Salir de los días y días que se acumulan. Si se puede, que mamá se quede en la casa. Si no, que se quede en el asiento del copiloto, con una camiseta amarrada en las sienes.

Cantar estupideces en fila india. Tirarse por los cerros, sin importar nada, para conquistar el trofeo de los moretones y cortadas y sobreponerlo al otro trofeo, más prestigioso pero menos divertido, de los golpes y cintarazos.

Hacer playa en un arenal desierto. Selva en los lirios que son plaga. Paraje extinto al run run de máquinas hidráulicas puestas ahí allá ahora entonces por el gobierno, gracias al señor Presidente de la República, ciudadano Gustavo Díaz Ordaz, el 23 de noviembre de 1967.

Y luego otro día y otro día y otro día, para extinguir todas las piedras planas de las orillas de la tierra y hacer patitos en la superficie del agua.

II

Los langostinos sufren porque papá remonta la corriente, nos deja, desarrapado pelotón de güercos chingados, apostados a lo largo del río.

No le diga a nadie, inge, y si le dice dígale que no le diga a nadie, porque luego todos van a querer y entre muchos sí nos los acabamos. Es bromox veterinario, se usa para matar garrapatas, pero un chorrito en la parte alta del río y los langostinos que viven de la cortina de la presa pabajo se salen.

En las botas plásticas de papá, meto los pies en lo bajito del río. Los langostinos son camarones de agua dulce. Y sí salen, un ratito nada más, de sus cuevas líquidas. Saltan de su cama de algas bajo los sabinos y se mueven lento hacia la orilla. Salen de su sueño de lama como despertados por una pesadilla. Será la pesadilla del aire.

Les pica en los ojos y por eso salen, nomás un ratito hasta que se les pasa, luego se meten otra vez a lo hondo. Por eso hay que estar alerta, agarrarlos rápido, por atrás porque si no te agarran con sus pinzas. Salen de los chiquitos color café y de los grandotes de colores; es que el gobierno sembró de dos especies. Pero las dos se comen y aunque los grandotes tienen más carne los chiquitos saben menos a tierra.

Pero los camarones no duermen, según dice el refrán. O quizá sí, quizá dormir en el mundo langostino no es un verbo ni es descansar sino un medio de transporte.

La parte más fácil es esperar a que los crustáceos, verdad, salgan. Por eso hay que dejar que lo hagan los niños, así luego también ellos se divierten.

Y yo y yo nosotros, los hijos, los hermanos, los huercos chingados, el pelotón desarrapado, esperando vencer el miedo al monstruo de tenazas verde azul escarabajo, a veces con pelos en las patas. Pero no. Ante todo, el valor de ser niño, y decir que no me duele, que no me da miedo. Los niños que cazan mientras crecen. Yo, nosotros, los niños salvajes, buenos salvajes.

Seguro lo único que hace es irritarles los ojos, inge. Comoquiera luego hay que lavarlos bien, por precaución.

Y yo, ahí, entonces. Latente o ya toda yo en un cuerpo de niña marimacho. Me meto en la corriente chiquita que va puliendo los guijarros. Ahí aparecerá uno de pronto. Casi lo puedo ver tallándose los ojitos negros con sus tenazas hirientes, rellenas de carne.

Exactamente como le dije. Se sube usted a la corriente y echa un chorrito. Luego hay que esperar unos diez minutos.

Yo, nosotros. El bromox que viaja por el río y conoce otras corrientes. Que pasa orillas desiertas en silencio. En un viaje hacia el mar sin niños cazadores.